Estudio de la huella hidrica de la cuenca del río Porce reveló tres aspectos críticos que requieren acciones para asegurar buena disponibilidad de agua

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Se requieren cinco ríos para sanear el Medellín

Estudio de la huella hidrica de la cuenca del río Porce reveló tres aspectos críticos que requieren acciones para asegurar buena disponibilidad de agua.


Por RAMIRO VELÁSQUEZ GÓMEZ | Publicado el 17 de junio de 2013

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Si se fuera a sanear el río Medellín se necesitarían cinco ríos similares.

Una contaminación generada en la región donde se asienta el 80 por ciento de la población de la cuenca del río Porce y en la que hay cerca de 30.000 viviendas sin saneamiento, contribuyen a contaminarlo, aparte de la abundante industria.

Esta es una de las tres ‘papas calientes' que detectó el primer estudio de huella hídrica de una cuenca hidrográfica en el país, realizado por el Centro de Ciencia y Tecnología de Antioquia (CTA) con vinculación de 16 entidades más.

Las otras dos, informa Diego Arévalo Uribe, uno de los directores del proyecto, son la fuerte competencia por el recurso agua que se presenta con los distintos sectores económicos al punto de que existe saturación, y el bajo desarrollo social de la zona más alejada de la región metropolitana en la que la riqueza no se refleja en mejor calidad de vida por la falta de gestión política.

El informe reveló además que en la cuenca no existe problema de cantidad pero sí de disponibilidad de agua.

El estudio cobijó un corredor de 5.248 kilómetros cuadrados con 7 cuencas y áreas y 31 subcuencas, desde el nacimiento del río Medellín en Caldas hasta el Nechí en Zaragoza, en comprensión total o parcial de 29 municipios.

En la extensa zona se detectaron más de 100 puntos claves con dificultades en el uso de los recursos asociados al agua, desde lo ambiental a lo económico y social.

La huella hídrica es un indicador para conocer los efectos sobre el agua asociados a los hábitos de vida de las personas y de la producción. Se subdivide en tres: verde, referente al consumo de agua almacenada en el subsuelo, proveniente de la precipitación y que no se convierte en escorrentía; la azul que se relaciona con el consumo de agua de las fuentes superficiales o subterráneas; y la gris, el volumen de agua requerida para asimilar la carga de contaminantes.

La investigación consideró la huella de los sectores doméstico, agropecuario, industrial, hidroeléctrico y minero, siendo pionera en el plano nacional y una de las pocas en el referente mundial.

Qué se detectó
Claudia Campuzano Ochoa, la otra directora, aclara que no hay una huella peor. Cada una es distinta. El impacto y el consumo pueden variar cada año.

El primer tramo, río Aburrá, posee todas las actividades económicas y alta contaminación. Su huella hídrica gris es de 15.300 millones de metros cúbicos (demanda bioquímica de oxígeno -DBO5), el 74 por ciento del sector doméstico, carga que se disolvería con cinco ríos Medellín.

En el tramo dos (ríos Grande, Guadalupe y Porce medio) prima la actividad agropecuaria y se mejora la calidad del agua por la incorporación de caudales de esos ríos, calidad que sube en el tramo tres de Porce Medio a Porce Bajo, donde termina la cuenca.

A orillas del Porce a dos kilómetros de la desembocadura del río Grande, en la vía hacia Amalfi, Hernando Atehortúa bendice al río por la sabaleta. "Vivo de él, este es un patrimonio, una belleza", aunque cuando se ‘torea' es bravo.

La minería ha disminuido y pocos dependen de ella. Una actividad que casi no se ve ya en El Caney, vereda lejana de Santa Rosa de Osos, de la cual está a tres horas en chivero. Allí, relata Girlesa Mora, se vive de la caña y el café y en menor escala de la guayaba.

A lo largo de las siete áreas de los tres tramos, los problemas asociados con el uso del suelo ponen en riesgo la sostenibilidad de la provisión de los sistemas ecosistémicos. En unos ya superó el límite, en otros está al borde.

La huella hídrica agrícola de toda la cuenca tuvo en cuenta 48 cultivos presentes, priorizando 11. El café es el que más agua demanda: casi 8.000 metros cúbicos por tonelada producida, seguido del fique y el maíz.

En el sector pecuario, el subsector de los bovinos tiene la mayor incidencia con 5.000 metros cúbicos requeridos para producir una tonelada de carne, seguido del equino.

La huella hídrica doméstica es más alta en municipios del Norte (Belmira, Donmatías y Carolina del Príncipe). En el Valle de Aburrá cada habitante demanda 8 metros cúbicos.

Pero es el sector doméstico del Aburrá el que más contamina: casi 11.000 millones de metros cúbicos de DBO5.

En esta zona, explica Martha Cecilia Montoya Restrepo, ingeniera de la subdirección Ambiental del Área Metropolitana, la falta de educación ambiental incide en el problema, además de las 30.000 viviendas en zonas de difícil recolección de aguas residuales.

Minería nociva
Uno de los puntos claves es la contaminación minera a lo largo de la cuenca, pero más fuerte en Amalfi, Anorí, Remedios, Segovia y Zaragoza.

Con la escasa información disponible se estableció que la huella gris por mercurio para la minería del oro en esas poblaciones es de 1.500.000 metros cúbicos de agua limpia necesarios para asimilar la contaminación generada para producir 1 kilo de oro bajo condiciones de recuperación del 50 por ciento del elemento, un indicador del enorme impacto de la actividad aurífera.

Para producir un kilo de oro se requieren 58,7 metros cúbicos de agua (huella hídrica azul), pocos frente a la gris, aunque no se pudo establecer el impacto para toda la cuenca por mercurio y cianuro.

Aunque los tramos y áreas fuera del Aburrá generan mucha riqueza por la producción agropecuaria y minera, la población general carece de servicios básicos de acueducto y alcantarillado en la mayoría, lo que se convierte en el tercer punto crítico de la cuenca.

Tras conocer la huella hídrica total, ahora, dicen Campuzano Ochoa y Arévalo Uribe se definen líneas para generar proyectos que ayuden a disminuir el impacto sobre el agua a lo largo de la cuenca.

"Para que no quede en el papel", concluye Julia Cristina Cadavid, ingeniera de Cornare.

EN DEFINITIVA

El estudio del impacto humano sobre la cuenca del río Porce reveló tres puntos críticos que afectan la disposición del agua, aunque hay cantidad suficiente para atender la demanda.
PARA SABER MÁS
EL AGUA VERDE SE QUEDA CORTA

De los afluentes que caen al río en el Valle de Aburrá, el Área Metropolitana ha estudiado en detalle 14, seis de ellos en Medellín. En jurisdicción de Cornare, a la cuenca del Porce drenan las subcuencas de las quebradas Ovejas y Piedras Blancas. La primera ya no dispone de agua verde para sostener las actividades agropecuarias, que también se agotó en la otra, indica Julia Cristina Cadavid. En la cuenca del río Porce solo 7 por ciento de la población de los 29 municipios reside en las áreas rurales. En estas es menor la cobertura de acueducto y alcantarillado.